Las consecuencias del cambio climático se manifiestan en las dimensiones social y ecológica. A medida que las temperaturas sigan subiendo, se esperan más consecuencias perjudiciales, entre ellas el impacto en la Amazonia, una de las reservas de CO2 más importantes de la Tierra.
El clima de Brasil varía mucho de una región a otra. La figura 1 (izquierda) muestra la distribución media de la temperatura y las precipitaciones en los diferentes estados. El norte es la región más caliente y las temperaturas descienden hacia el Centro de Brasil y el Sur. En las zonas más altas del centro y del sudeste, las temperaturas médias anuales disminuyen de 20 a 12 grados centígrados. El mapa de precipitaciones anuales muestra grandes diferencias, desde el clima semiárido del Nordeste, con precipitaciones relativamente escasas (< 700 mm/año), mientras que la cuenca del Amazonas en el Noroeste tiene un clima muy húmedo con hasta 3000 mm/año.
Una estación seca es común en la mayor parte de Brasil. Las precipitaciones suelen aumentar durante los meses de verano del hemisferio sur, a partir de octubre y noviembre. Sin embargo, este año estamos observando anomalías importantes en las temperaturas y las precipitaciones. Las anomalías de noviembre 2023 muestra que todo el país está experimentando temperaturas superiores a la media (Figura 1, derecha). Las mayores anomalías se observan en el centro de Brasil, una de las regiones más importantes para la producción agrícola. Los volúmenes de precipitación en noviembre de 2023 estuvieron por debajo del promedio en la mayor parte de Brasil. Particularmente la región Central ha experimentado sequía. Incluso las regiones húmedas, como la cuenca del río Amazonas, son más secas de lo habitual. Una excepción es el extremo sur, que está experimentando fuertes lluvias continuando la tendencia de altas precipitaciones que comenzó en septiembre de 2023 con un ciclón que causó graves inundaciones.
Nuestros diagramas de comparación climática ofrecen una visión más amplia y detallada de los resultados anteriores, representando diferentes zonas climáticas de Brasil (Figura 2).
Desde abril de 2023, todas las localidades han registrado temperaturas superiores a la media, hasta 3 °C por encima de lo normal, mientras que los volúmenes de precipitación estuvieron debajo de la media desde junio de 2023 en la mayoría de las regiones, excepto en el sur, donde en octubre y noviembre de 2023 se registraron fuertes lluvias. como se muestra en Muçum.
El Niño influye significativamente en las condiciones climáticas actuales de Brasil. Durante esta fase, el agua cálida se desplaza hacia el este del Océano Pacífico Tropical, y los vientos del este se debilitan o invierten su dirección. Nuestro mapa de anomalías de la temperatura superficial del mar ilustra un escenario típico de El Niño (Figura 3). El Niño afecta a los patrones meteorológicos globales, provocando generalmente temperaturas más altas y más sequías en regiones tropicales. Regiones como el Sudeste Asiático, Australia, Asia Central y partes de África Occidental se ven especialmente afectadas por la sequía, mientras que África Oriental y las costas del Pacífico de América del Sur y Central reciben más precipitaciones. Brasil suele sufrir sequías durante El Niño.
Sin embargo, lo que parece un fenómeno recurrente y "normal" se está volviendo más problemático. Ocho estados brasileños registraron las precipitaciones más bajas entre julio y septiembre en más de 40 años, según el centro de alerta de catástrofes del país, el CEMADEN. Nuestro diagrama del cambio climático (Figura 4) muestra una clara intensificación de la sequía y el aumento de las temperaturas, especialmente desde 2010.
El diagrama de Manaos, capital del estado de Amazonas situada en el centro de la cuenca del río Amazonas, muestra el creciente impacto del cambio climático en el clima regional. La región se ha vuelto más cálida y seca con el paso de los años Fenómenos como El Niño son cada vez más frecuentes e intensos. A medida que las temperaturas siguen subiendo, los ecosistemas se ven cada vez más estresados, volviéndose menos resistentes a las fluctuaciones climáticas e intensificando los fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, incendios forestales y degradación forestal. La situación en el río Amazonas es especialmente crítica, teniendo en cuenta la deforestación y la degradación causadas por las actividades humanas. Las sequías extremas de los últimos años han reducido el río Amazonas a una profundidad récord de 12,7 metros este año, causando numerosos problemas ecológicos, económicos y sociales. Las comunidades que dependen del río han quedado aisladas y muchos peces han muerto debido a las altas temperaturas del agua. Existe la preocupación de que la selva amazónica, estrechamente vinculada al río, pueda alcanzar un punto de inflexión más allá del cual no pueda recuperarse de sequías más prolongadas.
La posible pérdida de la selva amazónica marcaría el comienzo de un ciclo de desertificación que se reforzaría a sí mismo. Como uno de nuestros sumideros y reservorios de carbono más importantes (Nobre et al., 2009), su protección es crucial para reducir los efectos del cambio climático.
